A continuación lo que le recomendamos visitar al viajar a Miami

Ocean Drive
El paseo que recorre South Beach, entre la playa y los edificios art decó convertidos ahora en restaurantes y discotecas, es una pasarela que nunca duerme. Si a Miami se va a ver o a dejarse ver, este es el mirador por el que tarde o temprano pasan todos.

La Casa de Versace
El lugar que eligió el diseñador para vivir y donde fue asesinado está situado en pleno corazón de Ocean Drive. Tras una polémica reforma durante la que se derribó el edificio colindante, el modisto hizo campaña incansablemente para defender el art decó de la zona. Mientras tanto, convertía su casa en una recargada obra en la que volcó su personalidad. Ahora es un pequeño y lujoso hotel (The Villa), un restaurante de pocas mesas y una parada obligada en todas las rutas turísticas, aunque solo sea para contemplar su exterior.

Adrienne Arsht Center
Dio el pistoletazo de salida a las aspiraciones culturales de Miami. Es un centro de artes escénicas al más puro estilo estadounidense: un edificio de firma que acoge una programación en la que se mezclan sin complejos Broadway, la música étnica o las expresiones culturales más elevadas.

New World Symphony
La otra apuesta cultural de la ciudad del pecado es una academia y sala de conciertos situada en un edificio diseñado por Frank Gehry. Aquí se forma, de una manera exigente y meritocrática, a algunos de los futuros mejores concertistas del mundo, muchos de ellos becados y llegados de todas partes del planeta. Cuando no están ensayando, actúan en su sala de conciertos, con programas que a menudo incluyen mestizajes sonoros o se proyectan en una de sus paredes exteriores.

La Pequeña Habana
Más cubano que Cuba, en este barrio se conservan celosamente algunas de las esencias de una Cuba que ya no existe del todo. Su alma es la calle 8, que lo cruza. En sus orillas se pueden comprar puros hechos a mano allí mismo, comer en bodegas típicas, escuchar música en directo, comprar frutas y flores en los stands callejeros o hacerse con todo lo necesario para completar un ritual santero. Los cubanos, excepto los comerciantes, han ido mudándose de allí y su lugar lo han ocupado inmigrantes de toda hispanoamérica.

Miami Design District
La nueva zona de moda. Innovación en cada tienda (de moda, joyería y objetos de diseño) y alta gastronomía internacional en sus restaurantes. A la sombra de los más flamantes rascacielos de Miami y con los cayos a la vista.

Hotel Biltmore
Un vestigio del Miami inicial que ha llegado tal cual y en plena forma al siglo XXI. El edificio, patrimonio nacional, fue diseñado en los años 20 por Schultze y Weaver, los arquitectos de los hoteles neoyorquinos Pierre y Waldorf Astoria. Por sus habitaciones han pasado jefes de Estado, Al Capone o Babe Ruth. Los visitantes pueden recorrer discretamente su hall, apuntarse a una cena en su restaurante francés, uno de los mejores de la ciudad, o pasar un día en la que se publicitaba como la piscina más grande de América, con el decadente aire del Hollywood de los años 30 que le dan sus esculturas clásicas y sus palmeras.

Piscina veneciana
Quizás el más encantador y disfrutable de los muchos secretos de Coral Gables. Se dice que se construyó para aprovechar el agujero que dejó la cantera de caliza con la que se construyó el barrio, porque allí todo tenía que ser perfecto. Es una piscina de formas irregulares con paredes de piedra, cuevas, una cascada, un puente y muchos recovecos. Su encanto es el aire al tiempo tosco y refinado que no desentona con el lujoso pastiche que la rodea.

Antiguo monasterio español
Traído, piedra a piedra desde Sacramenia (Segovia), este monasterio de mediados del siglo XII fue llevado a Nueva York por Randolph Hearst y vendido sin desembalar a unos millonarios de Miami en los años 50. Su claustro cisterciense es excepcional. Por unos cinco euros se puede visitar, habitualmente en completa soledad. Está en el 16711 de West Dixie Highway, en el norte.

Frost Art Museum
Situado en la Universidad Internacional de Florida, este más que peculiar museo cuenta con un fondo interesante de fotografias norteamericanas de los 60 y 70, objetos precolombinos de los siglos III al VI, bronces africanos y asiáticos y una creciente colección de arte y artesanía caribeña y latinoamericana.