No solo personalidades de los negocios o conocidas figuras del espectáculo chileno han optado por establecerse con sus familias, al menos un período de sus vidas, en Miami. También hay ejecutivos que, atraídos por hacer un cambio temporal, han optado por este destino. Viven en barrios como Key Biscayne, Pinecrest y Sunny Isles, donde la mayoría arrienda viviendas, que parten en US$ 3 mil mensuales.

“Un amigo, una vez me dijo: hay personas que ahorran durante todo un año para veranear en Miami. Nosotros somos unos afortunados porque vivimos aquí”. Así resume Esteban Díaz lo que significa para él y su familia ser residentes, por casi una década, en esta ciudad que es considerada por muchos como la capital de Latinoamérica.

Díaz -contador auditor de profesión y con MBA del Loyola College- llegó a Miami el 8 de diciembre de 2008 y un mes más tarde se sumaron su mujer y sus hijos. Luego de trabajar en una corredora de bolsa, en Price Waterhouse y en Bice Banca Privada en Chile, decidió probar suerte en Estados Unidos y se integró a las oficinas del Credit Suisse, en Miami. En 2012 se cambió a Merrill Lynch, y desde entonces se desempeña allí como asesor financiero internacional.

Como él, son cientos los chilenos que, por diversos motivos, han decidido en los últimos años trasladarse hasta este lugar y vivir por un período el llamado “sueño americano”. Y no se trata solo de conocidos hombres de negocio o figuras del espectáculo -como Don Francisco, Iván Zamorano o miembros de las familias Yarur y Calderón  , sino que de diversos ejecutivos y familias que optaron por vivir en Miami, al menos por un tiempo.

Una población estimada en 2,8 millones de habitantes, donde dos tercios hablan español como su primer idioma; un clima ideal y conectividad e infraestructura de primer nivel son parte de las ventajas que dicha ciudad exhibe para esos fines.

“En el último tiempo han llegado muchos compatriotas a Miami. Primero fue una ola de venezolanos y luego argentinos. Hace unos años éramos unas cinco familias en Pinecrest y ahora somos más de 25″, precisa Esteban Díaz, y agrega: “muchos vienen por uno o dos años sabáticos, toman cursos de inglés y siguen conectados con sus trabajos en Chile. Otros vienen a emprender y traen ideas de negocios para desarrollar; y a otros los trae la empresa. Miami es un polo de desarrollo, con buenos accesos, y las grandes empresas del mundo están aquí”.

Juan Francisco Labbé vive en Miami desde el año 2016. “En nuestra compañía en Chile, Labbé Propiedades, teníamos clientes que nos pedían asesoría para comprar propiedades en Estados Unidos. Fue tanto el interés, que decidimos abrir una oficina en Miami y yo me vine a cargo”. Relata que al poco tiempo incorporaron una nueva línea de negocios, Lama Group -junto a Margarita García y Antonella Lagomarsino como socias-, para ofrecer servicios de traslados, tramitación de visas, asesoría tributaria y reubicación, cuenta el ejecutivo.

“El tipo de chileno que se está viniendo tiene entre 30 y 40 años, con hijos chicos, y lo hace porque es una ciudad amigable para hacer el cambio de vida. El shock cultural es menor que en otros destinos. Se quedan entre uno y cuatro años, porque cuando empiezan a crecer los niños, prefieren volverse”, describe Labbé. Y entrega otro dato importante a la hora de tomar la decisión: “a Santiago hay vuelos directos que demoran ocho horas, y si compras los pasajes con anticipación, puedes encontrar ofertas por US$ 600. Además, llegan familiares y amigos de visita todo el tiempo; y si no hablas inglés, puedes sobrevivir sin problemas”, dice Labbé.

Por lo mismo, eso sí, Díaz recalca que Miami no es el mejor lugar para aprender inglés si se trata de un adulto. “A los niños les enseñan en el colegio, pero hay gente que lleva años, y si no toma cursos, no logra aprender el idioma”.

Hay tres barrios preferidos por los chilenos

La gran mayoría de los chilenos que se trasladan a Miami y alrededores optan por arrendar una propiedad. Comprar es un proceso más engorroso.

Carlos Balart, asesor inmobiliario de Fortune International Realty, una de las principales corredoras de propiedades en Florida, y que vive en Key Biscayne hace cuatro años, estima que el fenómeno, en parte, obedece a una moda. “Muchos se vienen sin ninguna necesidad, a diferencia de los venezolanos, cubanos y otros que arrancan de sus países. Hay otros chilenos que solo compran propiedades, porque los destinos veraniegos en Chile están demasiado caros y aquí pueden comprar más barato”, dice, pero con expectativa de que esa propiedad se valorice más en el tiempo.

Explica que si en un lugar como Cachagua una propiedad barata cuesta UF14 mil ($518 millones), en Sunny Isles un departamento en perfecto estado alcanza los US$ 470 mil, unos $283 millones.

A la hora de escoger el lugar donde vivir, son tres zonas las que acaparan las preferencias. El primer lugar lo ostenta Key Biscayne. Aquí desembarcan mayoritariamente familias con hijos más pequeños y que quieren una vida tranquila.

“La gran mayoría de los chilenos en Miami viven en Key Biscayne, donde el 90% son extranjeros, muchos argentinos y colombianos. No hay cifras oficiales, pero hay 70 familias en un grupo de WhatsApp de chilenos. Los primeros que llegaron lo hicieron por trabajo, pero hay muchos que quieren tener la experiencia de vivir afuera un par de años. Se vienen con visa de estudiante o de inversionista”, precisa Carlos Balart, quien formó su empresa “Miaminmobiliario.com”, donde vende proyectos y presta asesoría en la compra de bienes raíces.

En segundo lugar está Pinecrest, adyacente a Palmetto Bay y Coral Gables. Las fortalezas de esta zona son la variedad de colegios, la relativa cercanía al centro de la ciudad y alternativas de comercio y recreación.

“Tenemos un gran grupo de amigos chilenos que pasan a ser la familia. Hacemos paseos, andamos en bicicleta, celebramos las fiestas, entrenamos los sábados en la mañana en un parque público, y hasta tememos un equipo de fútbol”, comenta entusiasmado Díaz, agregando que hay un grupo de WhatsApp que se llama “el nuevo barrio chileno”.

“En Pinecrest, el perfil es de familias con hijos más grandes, porque hay más opciones de colegios. Ahí es posible vivir en una casa con un terreno importante, lo que en Key Biscayne es prohibitivo por lo caro. Ahí, un departamento de dos dormitorios cuesta US$ 3.500 mensuales y las casas parten en US$ 8 mil con 600 m {+2} de terreno”, acota Balart. En cambio, en Pinecrest las casas parten en US$ 4 mil y por US$ 6 mil puedes acceder a un terreno de 5 mil m {+2} .

Por último, está Sunny Isles, al norte de la ciudad, que también resulta muy atractivo. “Este es el lugar preferido por algunos chilenos, principalmente con hijos grandes. Mayoritariamente se inclinan por departamentos con vista al mar. Por US$ 3 mil mensuales arriendas un departamento pequeño y si quieres varios dormitorios y orilla de playa, puedes encontrar por US$ 8 mil”, clarifica Balart.

Salud es el ítem más caro, tras la vivienda

En Miami, los colegios públicos son una real opción, la bencina y los automóviles son baratos, y la alimentación es incluso más barata que en Chile. Por ello, además de la vivienda, el ítem que más encarece el presupuesto en Miami es el seguro de salud.

“Entre arriendo, comida, salud, autos y otros gastos se necesitan para vivir entre US$ 10 mil y US$ 15 mil mensuales para una familia de cinco. Como los colegios públicos son excelentes, ahí hay un gran ahorro”, precisa Esteban Díaz.

“La mayoría pone a sus hijos en establecimientos públicos, que son los que corresponden al lugar donde vives. Hay unos pocos que los meten a instituciones privadas, principalmente católicos, pero ahí los precios se disparan y pueden llegar a costar más de US$ 35 mil al año, como es el caso de la Gulliver Academy, uno de las más prestigiosas”, agrega Labbé.

Para una familia de cinco, el desembolso en salud puede significar, a los menos, US$ 1.200 mensuales, para tener cobertura en caso de enfermedades y realizarse chequeos preventivos. A eso se suman altos deducibles por las atenciones que se necesiten.

Para los afortunados que son reubicados por sus respectivas empresas, lo normal es que ellas cubran los gastos de visa, salud, traslado de bienes y en muchos casos, vivienda y hasta colegio, dependiendo de la oferta laboral.

“Lo que hacen muchos chilenos es comprar un seguro de viaje -“Assist Card”-, y con eso se las arreglan para emergencias. Pero no cubre chequeos ni medicina preventiva. Esta se renueva anualmente y cuesta mucho menos que un seguro de salud”, advierte Labbé.

A la hora de identificar los mayores desafíos que implica vivir en Miami, los entrevistados concuerdan en que es complejo adaptarse a no tener ayuda. “Lo que más cuesta es el tema de los servicios domésticos. No tener nana es un gran tema para algunos, y contar con ayuda de limpieza una vez a la semana parte en US$ 100 diarios”, relata Labbé.